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Violencia es asesinar a aficionados al fútbol por ser «maricones gallegos» o «putos vascos»

El fúbol «no» es política, dicen ¡Qué va! Ayer mismo el Gobierno convocó a la Comisión Antiviolencia por la pitada al himno del Borbón en la final de la Copa de fútbol del Estado español. Rabia el neofranquismo. Yo me apunté, riéndome a mandíbula batiente.
«El Gobierno condena los ataques contra los símbolos que representan al conjunto de los españoles, a la democracia que los ampara y a la convivencia que comparten»
El Ministerio de la Presidencia informó que considera la pitada como «una falta de respeto para este deporte, para el conjunto de los aficionados y para todos los españoles, que tienen derecho a disfrutar de este partido como lo que es, un espectáculo deportivo, y, al mismo tiempo, a ser respetados a través de los símbolos que nos representan a todos y a nuestra democracia».
Vamos por partes: a todos no. Para muchos millones de personas, españoles, catalanes, vascos o de otras nacionalidades, ese himno no les representa. Es ridículo. Es que ni siquiera nació aquí, sino en centroeuropa en un cuartel de granaderos, y una de las formas de mostrar su rechazo a esa marcha militar es silbarle. Parece como si alguien deseara que se liaran a tiros contra la megafonía.
Lo de «democracia» es cosa de risa, en cuanto a la violencia ¿de dónde sacan que eso es violencia? Violencia es asesinar a un aficionado por ser «un gallego maricón», o asesinar a otro por ser «un puto vasco» y en esos casos el Gobierno no se mostró muy ofendido. Por cierto los asesinos andan paseándose libremente por las calles de Madrid, el bastión deportivo del fascismo del régimen español.
En fin. Si silbar también es ETA, los señores que rigen los maltrechos destinos de este Estado que hundieron a sangre y fuego en 1939, tienen un grave problema: no hay cárcel para llevar presos en unas horas a noventa mil personas.

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